Sus
ojos expresivos que decían, sin hablar
Era las tres
de la madrugada en la ciudad de Puttapharty, se notaba un día hermoso por
venir, mucho calor, como siempre en esa parte de la India, la provincia de
Andra Pradesh sobre el Golfo de Bengala se mostraba espléndida, sin el reflejo
del sol, mostraba el contorno majestuoso de sus montañas, grises, rojos, tenues
verdes, una belleza.
Unos mates me
acercaron a mi familia allá lejos, un
buen pensamiento para ellos, luego me dispuse a salir, tenía la intención de
estar en primera fila en el Asrham, cuando apareciera Sri Sathya Sai Baba, a la
siete de la mañana.
En la entrada,
una multitud se agolpaba esperando que las puertas de Prashanti Nilayam se
abrieran. Se escuchaban múltiples lenguajes y formas de comunicarse, vendedores
que voceaban sus productos, etc.
La forma de
acceso al Asrham era la siguiente; al abrir la puerta se organizaban diez filas
de cien personas cada una, estas eran acomodados sentados en el piso en la
clásica posición de loto, luego de pasar por
un detector de metales, mientras se organizaban otras diez filas, y se
repetían hasta que no hubiera más personas para ingresar.
Me tocó
sentarme en segunda fila, a la siete, muy puntual siempre, Sri Satia Sai Baba
entró al Asrham, la multitud estaba en completo silencio, caminó por la
alfombra hasta su sitio, haciendo un ademán característico con sus manos, luego, escuchó canciones de un grupo del
público, a la que retribuyó con una canción cantada por Él, recibió cartas,
compartió durante largo rato, dos horas aproximadamente con la gente, luego se
retiró.
Volví
al hotel y así vestido como estaba, me tiré en la cama atravesado, y dormí doce
horas continua, y sucedió lo siguiente.
Perdí
la conciencia de mi entorno, me vi transportado a otro lugar, muy lejos, en el
impenetrable, al norte de Santa Fe, en un pequeño cementerio en el que había sido
sepultada mi madre, casi veinte años
atrás, y yo estaba parado frente a su
sepultura, instintivamente me preguntaba qué hago acá, porque no lo vivía como
un sueño, estaba ahí. De pronto, desde la parte de abajo del panteón, una
figura salió, reconocí de inmediato a mi madre, anciana con las cicatrices
propias de la enfermedad que la llevó. Pero luego se transformó poco a poco en
una mujer morocha alta, su ropa cambió, su cabeza se cubrió con una especie de
cofia abajo blanca, y por encima celeste, toda su ropa cambió a esos colores.
Sus pies permanecieron descalzos, tenía una forma de mirarme y sonreír
angelical, muy expresiva. Permanecí tranquilo, sin asustarme, uno frente al
otro, hasta darme cuenta que estaba de nuevo en la habitación del hotel.
Eran
las ocho de la noche aproximadamente, lentamente me preparé para salir,
necesitaba tomar aire, y pensar en lo que había pasado, si había sido un sueño,
o había sido hipnotizado. De pronto,
tomé conciencia, y la sorpresa fue mayúscula: que mi madre ocupaba toda
mi mente, estaba ahí, y me sonreía, y en ese momento no soñaba, estaba
despierto, cambiándome de ropa, lentamente a medida que me tranquilizaba, la
imagen fue alojándose en el lado izquierdo de mi cabeza y desde ahí, me
sonreía.
Durante
tres años me acompañó esa imagen mental de mi madre, siempre sonriente, me
acostumbré a ella, no necesitaba pensarla, era mi compañera, despierto o
dormido ella estaba ahí.
Luego,
un día, estaba de espalda, me daba la espalda, en ese momento, me preguntaba,
si había hecho algo para ofenderla, o si debía hacer algo por ella; decidí
visitar su tumba en el cementerio del impenetrable, en el Chaco Santafesino. El
pueblo más cercano es Fortín Olmos, donde vive
mí hermano menor, de hecho mi madre vivía con él, al momento de su
muerte.
Luego
de viajar los mil kilómetros que nos separaban, llegamos a Fortín Olmos, luego
de los saludos y un breve descanso, al caer la tarde, fui al cementerio, éste
era en realidad un cementerio de campo, nada espectacular, la característica se
reflejaba en que los ataúdes no se enterraban, sino que eran apoyados sobre el
suelo, y se construía un panteón sobre él.
Me
acompañaban Estela mi mujer y nuestra sobrina Belén. Al llegar, el sereno nos
recibe con un –Buenas tarde-, al que respondimos, luego me separé de Estela y Belén y caminé
hacia el panteón de mi madre.
Estaba
parado frente a su tumba, iba a hacer una oración cuando me vi trasladado a
otro lugar, otra dimensión, y mi madre estaba frente a mí, en todo su
esplendor, sonriéndome como lo había hechos los últimos tres años, con los
brazos extendidos hacia mí, y sus ojos expresivos que decían, sin hablar, y
luego comenzó a subir, flotaba hacia el cielo, pasó frente a mí, todo su
cuerpo, sus pies descalzos, y desde todas las tumbas subían luces blancas,
azules, es difícil describirlo, hasta desaparecer en el infinito.
Las
chicas llegaban, y todo disminuía su intensidad, hasta normalizarse,
caminábamos hacia la salida, tenía la boca y la garganta seca, me acerqué a la
bomba de agua, y no pude hacer salir agua de ella, todo estaba como suspendido.
Luego lentamente me aleje del cementerio, empecé a tomar conciencia de mi
cuerpo, mi mente, y me di cuenta que la imagen
que me acompañó los últimos tres años ya no estaba, ahora tenía que pensarla
y traerla a la memoria para recordarla.
Al principio,
lo tomé como un abandono, luego entendí, que solo se fue al cielo.
Taller de Literatura - Unite – UNLZ
(Noviembre de 2017)
Andra Pradesh : Provincia de la India
Puttapharty : Ciudad de la Provincia de
Andra Pradesh
Prashanti Nilayam : Ciudad de Sri Sathya Sai Baba
Sri Sathya Sai Baba : Dice ser un Avatar – Dios en la tierra
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